miércoles, 10 de noviembre de 2010

CORPO

El cuerpo es como la tierra. Es una tierra en sí mismo. Y es tan vulnerable
al exceso de edificaciones como cualquier paisaje, pues también está dividido en
parcelas, aislado, sembrado de minas y privado de su poder. No es fácil reconvertir
a la mujer salvaje mediante planes de remodelación. Para ella lo más importante
no es cómo formar sino cómo sentir.
El pecho en todas sus formas desarrolla la función de sentir y alimentar.
¿Alimenta? ¿Siente? Es un buen pecho.
Las caderas son anchas y con razón, pues llevan dentro una satinada cuna
de marfil para la nueva vida. Las caderas de una mujer son batangas para el
cuerpo superior y el inferior; son pórticos, son un mullido cojín, asideros del
amor, un lugar detrás del cual se pueden esconder los niños. Las piernas están
destinadas a llevarnos y a veces a propulsarnos; son las poleas que nos ayudan a
elevarnos, son un anillo para rodear al amante. No pueden ser demasiado esto o
demasiado lo otro. Son lo que son.
En los cuerpos no hay ningún "tiene que ser". Lo importante no es el tamaño,
la forma o los años y ni siquiera el hecho de tener un par de cada cosa, pues
algunos no lo tienen. Lo importante desde el punto de vista salvaje es si el cuerpo
siente, si tiene una buena conexión con el placer, con el corazón, con el alma, con
lo salvaje. ¿Es feliz y está ,legre? ¿Puede moverse a su manera, bailar, menearse,
oscilar, empujar? Es lo único que importa.

Clarissa Pinkola Estés

No hay comentarios:

Publicar un comentario